Cueva de Castañar

Se cuenta que fue descubierta por un animal que araba un olivar próximo a castañar, hundió sus cuartos traseros en un agujero abierto en la tierra el 14 de marzo de 1967.

Estuvieron casi 20 años sin que nadie prestara atención al descubrimiento. Hasta que el 15 de octubre de 1986, se denuncia la existencia de la cueva por no hacerla caso en tantos años, ya que ésta es una de las más bellas de España y única en las formaciones geológicas.

En 1993, Se hace un expediente de expropiación del terreno.

En 1997, es declarada Monumento Natural.

En 1999, se proyecta un Centro de Interpretación con una reproducción, fotos, murales…

Está formada de extractos de pizarra y caliza que junto a la condensación del agua es la materia prima de la ruta, salas y lagos.

Tiene una longitud de 2 km 124m

Tiene una temperatura de unos 17º.

Se divide en varios tipos de salas:

-Sala Nevada

-El Jardín

-La Librería

-Sala de los Lagos

-Sala Roja

-Sala de las Planchas

-Sala de la Bandera

-Galería de los corales.

Cuelgan del techo, estalactitas, estalagmitas de formas cónicas, escalonadas, en forma de cataratas…

Compuesta de sus espeleotemas ( formas de las rocas) y su morfologías:

- Cristales alargados de aragonito y calcita.

-Techo (varillas)

-Estalactitas ( se unen haciendo columnas)

-Cortinas (banderas)

-Suelos tapizados por cristales blancos (aragonito)

-Depósito de ( moon-milk) polvillo blanco de cristal.

Castillejo

Salimos desde la plaza de Castañar, rumbo al Castillejo.

Cogemos los caminos que van entre las fincas y huertas de la gente del pueblo, pudiendo observar, árboles frutales, flores, vegetales y olivos.

Empezamos nuestro ascenso, entre la diversidad de jaras y pinos que hay en nuestro camino.

Costándonos un poco subir por la zona tan empinada y de difícil acceso que hay. Lo primero que nos damos cuenta al llegar arriba es el excelente mirador que hemos encontrando.

Se divisan todos los pequeños caminos, la carretera, la sierra de Guadalupe y demás montes y fincas.. en definitiva una increíble visión de la zona.

Vemos una antigua muralla en mitad del cerro, un pozo, lo que pudiera ser un antiguo asentamiento o poblado, un foso, a los lados, rodeados de fósiles, manchas de pintura, en definitiva, huellas del pasado.

Comenzamos el descenso, por una pedrería, hasta llegar al camino, por el cual nos rodean, robles, pinos, olivos, alcornoques, quejigos, encimas, castaños, más huertos….

Unos metros mas adelante hay una era, en la que tomamos un respiro para continuar nuestro regreso.

Seguimos y pasamos por el camping del pueblo y el centro de interpretación de la cueva de castañar.

Castaños y Chorrera de Calabazas

Siendo ésta la primera salida que realizábamos estábamos muy contentos y emocionados.

El primer tramo recorrido fue muy bien hasta que empezaron las cuestas, ya que la falta de costumbre hacia que nos costara un poco más el subir, pero nos habituamos muy pronto al medio.

A nuestro paso mucha diversidad de flora y árboles tanto frutales, como del propio entorno… Hasta situarnos en los famosos castaños.

Un soto formado por 17 castaños de los cuales hay 2 con más de ochocientos años. El más grande mide 17m de alto y 22m de copa. Éstos se dividen en dos tipos, los usados para madera que nacen de un mismo tronco varios ejemplares y los que dan frutos que nacen consistentes de un único tronco.

Continuando nuestro recorrido, nos encontramos ejemplares de enebros de distintas dimensiones y unos ejemplares del famoso “Loro”, llamado también árboles de la niebla, son de la época prehistórica que se han mantenido hasta nuestro días junto a los helechos.

Bajando del collado Postuero, nos metemos en un bosque de robles del cual suelen ser salvajes y no cultivables. Es un árbol que crece muy rápido, es de vertiente atlántica ya que viene de la zona gallega.

El camino se va estrechando cada vez más y tenemos que ir andando por piedras del paraje y sorteando las zarzas que salen de ambos lados. El río nos viene acompañando desde el Postuero por nuestro estrecho valle.

Llegamos a la Chorrera de Calabazas donde podemos aprecias una caída de agua de de entre 9 y 10m.

A ambos lados las piedras desgastadas por la crecida del agua en éste invierno, nos deja unos tonos muy vivos tanto en las piedras, como en la vegetación que crece entre las rocas.

Dándonos una visión realmente preciosa del entorno donde estamos.

Para poder bajar al pequeño charco que hace la caída, encontramos un camino romano, que aún perdura y podemos apreciar también a ambos lados unas cuevas.

Aquí termina nuestro camino y recobramos fuerzas haciendo una parada para disfrutar del paisaje, y alimentarnos un poco. Para comenzar nuestra vuelta a Castañar.

La pisá del Toro y la Mina de Ibor

Comenzamos la aventura en Castañar dirección arroyo de los lagares, cuyo olor es peculiar ya que bajan los residuos de los wc por él. Dejando ése mal momento atrás continuando nuestra ruta, nos encontramos una fuentecilla llamada el "helechal".

A su paso vamos encontrando una densa vegetación sobre todo olivares y siendo temporada encontramos también espárragos.

Arroyo de los Lagares corta con uno arroyo llamado Valle Domingo.

En una una de las paredes de la finca colindante al arroyo, en uno de sus cercos encontramos unas piedras grandes con forma de pez que nos llama bastante la atención puesto que son increíbles el parecido que tiene.

Más adelante en otra pared, hay curiosamente, situadas piedras lisas grandes formando una escalera para acceder a la finca.

Encontramos diversas huertas, chumberas, árboles frutales, olivares muy extensos...

En un lateral del camino divisamos un nogal que por su tamaño notamos que es un ejemplar ancestral, con sus raíces por fuera de la tierra cubiertas de musgo.

Alisos y numerosos árboles en la orilla del río Ibor nos acompañan a nuestro paso.

Un secadero de tabaco y unas paredes desgastadas por los animales de saborear su sal, son cosas curiosas que vamos descubriendo.

Cogemos el camino más antiguo del Ibor llegando a la Pisá del Toro ( llena de grabados y pinturas) dejando el cerro de los caballeros a la derecha.

Rumbo hacia la mina de Ibor encontramos una aldea llamada (Los Molinos) con sus huertos y zahúrdas.

Ya en la mina, nos adentramos y quedamos atónitos por sus paredes húmedas y llena de colores brillantes que realzan la belleza junto con los grabados hallados.

Ya realizamos nuestro regreso a Castañar siendo más dura la vuelta por las cuestas y el cansancio acumulado a nuestro paso y el calor sofocante.

La Torre de los Moros

Nuestra aventura comienza una mañana fría, ponemos rumbo hacia la Torre de los Moros, llaneamos por una loma hasta situarnos junto a un precipicio de una montaña para bajar.

Comenzamos a divisar los primeros bosques, con alcornoques, quejigos, olivos....

Llegamos a la última explotación ganadera que hay por la zona, y enfilamos la bajada hacia el río, por el camino del mal viento, donde vemos una gran variedad de jaras.

Una vez llegados al río, a sus alrededores, los Alisos y fresnos, que en ésta época, se encuentran en pleno apogeo de belleza y crecimiento.

En la rivera del río, nos adentramos en un molino cuya rueda mueve el agua para producir energía para moler harina y aceitunas.

Encaminándonos por el río observamos una variedad, que anteriormente no habíamos visto, de helecho real.

Saliendo del curso del río entre flores, retamas y un gran olivar, llegamos a un puente que cruzamos para pasar el río, un sitio ideal para tomar imágenes de su entorno, tan vivo y especial.

Unos metros más adelante, divisamos nuestro destino, por fin, ante nuestros ojos "La Torre de los Moros".

Una formación de piedras de río (redondas), las más grandes abajo para un mayor asentamiento y subiendo poco a poco. Tenia dos alturas y una especie de cúpula arriba.

Se cree pudiera ser de origen romano, por la forma, el sitio y por su propio destino.

Se sitúa a unos 3 o 4 metros por encima del nivel del suelo.

Para una mayor seguridad, pudiera tener un foso ya que se intuía por el terreno, al tener a su alrededor unas hondaduras en la tierra.

La puerta está elevada sobre el nivel del suelo, unos 2 o 3 metros.

Hacemos una pequeña parada para recuperar fuerzas en el vaho, una zona de descanso a orillas del río.

Retomamos nuevamente rumbo a la torre, para ver los restos de minería que hay por los alrededores.

En la orilla del río, nos paramos para disfrutar de sus praderas y refrescarnos para subir al pueblo y pasar las horas de calor con menos temperatura.

Empezamos la subida, que la vamos haciendo en varios tramos, en el primero nos paramos para beber y coger un poco de sombra.

Nos apartamos del camino principal e iniciamos otro camino para llegar a lo alto del cerro.

Llegamos a la parte alta después de un gran ascenso muy caluroso, llegando por fín a Castañar.